Definamos de una vez lo que se entiende por fiebre. Fiebre o calentura es un fenómeno de naturaleza inflamatoria y congestiva. Se origina por reacción nerviosa y circulatoria cuando los nervios son irritados o sometidos a trabajo mayor que el normal. El calor febril es efecto de la reacción nerviosa y circulatoria. La enfermedad no es obra del demonio, ni del microbio, sino desarreglo funcional por fiebre gastrointestinal, como en grado variable revela el iris de los ojos de todo enfermo y generalmente lo confirma su pulso. Corrompiendo los alimentos, esta fiebre debilita y mata la vida por desnutrición e intoxicación progresiva de sus víctimas.
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La fiebre interna también altera o incapacita las funciones de nutrición y eliminación de los pulmones porque acelera la actividad del corazón que enviando la ola sanguínea con demasiada frecuencia a los pulmones, congestiona sus tejidos reduciendo su capacidad de aire.
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La fiebre interna también debilita las funciones de la piel, tercer riñón y tercer pulmón, porque produce anemia, es decir, deficiencia de la circulación sanguínea en este órgano, en la misma medida que aumenta la congestión en las entrañas. Es así como la fiebre interna altera la salud y mata la vida incapacitando al cuerpo para nutrirse y desintoxicarse normalmente.
El enemigo que se debe combatir es todo enfermo y en toda dolencia no es el microbio sino la fiebre. En realidad se muere de “fiebre” y no de “infecciones”. “Buenas digestiones” y no “inyecciones” son el recurso curativo que triunfará en toda dolencia. No olvidemos nunca que la digestión sana requiere ante todo de una temperatura normal en el aparato digestivo.
El agente que realiza la vuelta a la salud es la fuerza vital del enfermo. Esta fuerza se mantiene y activa con buenas digestiones y con actividad funcional de la piel, o sea buenas eliminaciones, funciones ambas que requieren equilibrio de las temperaturas internas y externas del cuerpo.
La fiebre muy elevada o acompañada de síntomas muy acusados debe ser tratada. También en los casos de convulsiones febriles en los niños, en la mujer embarazada, o en enfermos con alteración importante cardiaca, pulmonar o cerebral.
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Sin embargo, no parece tan claro que sea necesario quitar la fiebre leve o moderada, y en muchas ocasiones puede ocultar información importante para el diagnóstico.
La lista de enfermedades que pueden producir fiebre es interminable. A la cabeza están las enfermedades infecciosas, pero también las enfermedades inflamatorias o autoinmunes y la mayor parte de las enfermedades malignas (linfomas y leucemias).
El cuerpo mantiene una temperatura constante mediante un centro, llamado termorregulador, localizado en una parte del cerebro llamada hipotálamo. Cuando ese centro, por diferentes causas, establece una temperatura más elevada, se produce la fiebre.
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Habitualmente la temperatura es algo más baja a primera hora del día, en torno a las 6 de la mañana, y alcanza su máximo entre las 4 y las 6 de la tarde. A esas horas, temperaturas de hasta 37,7 grados pueden ser perfectamente normales.